El Gran Salto (II Relato contra la Homofobia)

Hacía tiempo que Rayco no amaba a nadie, entendiendo “amar” con el sentido que se le da socialmente al querer apasionadamente a alguien, sexo incluido. Él sabía que el amor era mucho más que eso, y por supuesto, amaba a mucha gente y se sentía amado también. Por decirlo de alguna forma, el amor era para él una de sus múltiples armas que empleaba en sus batallas vitales.

 Lo que le rondaba por su cabeza últimamente era ese pensamiento estancado, de por qué no conseguía relacionarse de esa manera, que incluía afecto y sexo con personas de su mismo sexo. Y no tenía ningún problema, o eso pensaba él. Así que decidió ponerse a escribir sin parar, para ver qué podía sacar en claro de todo ese tema que le rondaba en la cabeza. Una mañana decidió emprender la caminata y llegar hasta una playa casi desértica, donde la sensación de libertad le ayudaría a desahogarse y colocar sus pensamientos. Qué mejor forma de despojarse de lo que a unx no le sirve que llegar a una playa y quitarse todo lo que no es piel…

Ya llegado a la playa pudo observar los contrastes tenebrosos del paisaje. Un cielo azul clarito, con algunas nubes muy disipadas, casi inexistentes. La arena negra como el ébano, desprendía un calor que se podía distinguir a kilómetros de distancia, era fuego de volcán. El mar del norte ese día estaba sospechosamente tranquilo, a lo que Rayco pensó que no era oro todo lo que relucía y decidió que iba a chapotear como de costumbre en la orilla. Los riscos trazaban formas oscuras, moldeadas por la fuerza y paciencia infinita del mar. Rayco llegó a la conclusión de que no había cosa que la mar no pudiera hacerla suya, mediante el desgaste, el choque o el arrastre…
Él quería en ese momento que su lápiz fuese el mar y que le ayudase a pulir y recolocar todos sus pensamientos estancados e imposibles también, justo como aquellos riscos. Sin más, entró en la playa y buscó un rinconcito con sol y sombra, como a él le gustaba. Sacó su cuaderno y se dispuso a escribir.

Antes, se detuvo observando a un ave que parecía no tener rumbo fijo, pero mostraba su pasión por convertirse en viento, pues trazaba formas complejas y eso captó la atención del chiquillo. La gaviota deseaba ser aire, Rayco deseaba ser pájaro, el lápiz deseaba ser el fuerte oleaje que hoy, precisamente brillaba por su ausencia en aquella playa. Tanto fue así, que automáticamente metió la mano en el bolsillo de su vieja maleta y sacó el lápiz, que moría por ser trazador de aquel cuaderno. Rayco empezó, ahora sí, a dibujar sus vainas mentales.

<< Me acuerdo cuando era mas crío, que en el colegio, esa pequeña cárcel disfrazada, viví bastantes momentos de lo que ahora llaman bullying. Yo prefiero llamarlo marginación, o opresión, o sin duda, homofobia. No tengo la menor duda que ese constante y repetido acoso y burlas simplemente se daban porque inconscientemente estaba desafiando el patrón que nos impone esta sociedad sobre qué y cómo tenemos que ser; en este caso, por tener un rabo entre las piernas y no cumplir sus fórmulas. Hacer “cosas de chicas”, estar rodeado de mujeres siempre, eran cosas que también acompañaban al desafío de tener que ser un chico, para después tener que ser un hombre.

  Recuerdo un día, justo en el patio del colegio, a la hora del recreo. Era un patio bastante grande para ser un colegio público, el único cerca del barrio. Tenía bancos de piedra cada seis metros por todas las paredes que apresaban aquellos sueños de los y las niñas de poder jugar realmente en libertad, sin policías educadores que las vigilaran, sin rejas en las paredes que lasencerraran. El suelo era de tierra, esa tierra que se te metía en las encías cuando aterrizabas en el piso. Todavía, cuando llueve y la tierra se moja, me transporto a aquel patio, donde viví muchos momentos que tarde o temprano moldearían lo que hoy soy. Ese día del que me acuerdo era cuando tenía nueve años aproximadamente. Estaba frente a un amigo de clase, y digo amigo aclarando que esta sociedad crea a niños y niñas gilipollas, cabronxs y odiosxs la verdad, yo incluido. Ese niño se llamaba Ayoze, y lo más que recuerdo de él era como todxs nos reíamos de él porque le costaba leer. Para una palabra tardaba media hora. Ése era Ayoze y su problema, encontrar la siguiente sílaba. Estábamos jugando y no sé por qué me miró con cara de que tramaba algo, y empezó a gritar fuerte.Y me juro que le brotaron lágrimas de verdad, como si le hubiera metido un puñetazo en la cara. De pronto se amontonó allí todo el chiquerío, preguntando que qué había pasado. Ayoze les gritó entre lágrimas que Rayco le había pegado. Evidentemente Rayco era yo, aquel chiquillo afeminado incapaz de matar una mosca. Vi como de repente los chicos más masculinos, los que creían que tenían más poder ( y en realidad lo tenían) se viraron hacia mí con cara de “esto no puede ser” y acto seguido dejaron a Ayoze a un lado y empezaron a chillar de alegría conmigo :”¡Bien Rayco!”, “¡Por fin, Rayco!”. Yo me quedé atontado de todos los meneos que me metieron los chicos, imposibles de aguantar su júbilo porque el afeminado se había ganado un punto en su sistema masculino de reglas. Poco a poco me iban arrastrando la marabunta de gente hacia el otro lado del patio, como si hubieran ganado un partido y yo fuera la copa. Noté cómo Ayoze se iba alejando más y más de nosotros, pues se quedó plantado allí como un machango, eso sí, tornandose su cara traviesa a una de decepción triste. ¿Por qué lo habría hecho Ayoze?¿Quería recibir atención y cuidados y acabó recibiendo rechazo por su poca hombría? ¿O pensaba que acusándome me iban a joder vivo? En fin, recuerdos como este me vuelven a la mente cuando me dispongo a ordenar mi cabeza y mis cosas actuales. ¿Seré yo, o la realidad tan perra conspira para que cada vez se me haga más difícil amar a un chico a mi manera?La verdad es que…>>

De pronto Rayco notó como un escalofrío que le subía desde el dedo gordo de los pies, dando un
sobresalto en su toalla, tiesa ya por el calor y el salitre. Se giró y vio que la marea había subido. El pájaro había desaparecido en ese cielo claro, que ya comenzaba a volverse de color canelo atardecer, en diferentes matices. Volvió a la realidad de aquella playa. Miró hacia el cielo, hacia el mar y se preguntó cuánto tiempo había pasado escribiendo. Acto seguido se levantó, mostrándole al paisaje su desnudez y sus flaquezas, y sin pensarlo se dirigió hacia el mar, a darse el último remojo del día. Rayco quería que el mar le limpiase la piel y se llevara esas sensaciones amargas del pasado. Siempre pensó que el patio del colegio era una buena metáfora de la sociedad en general.
* * * * *
Como si de una piedra más del camino se tratase, Rayco volvió en sí y miró a su alrededor. El paisaje era desolador, el aire quemaba sus pupilas. Existía todo tipo de gamas canelas, desde la más clarita a la más oscura. Se encontraba en medio de malpaíses, pequeñas formaciones y extensiones volcánicas imposibles, ásperas, rasposas. Sólo escuchaba el aire pasar por algunos huecos en paredes construidas por pastores que ya casi no se mantenían en pie. De repente escuchó una especie de grito muy lejano, lo que sin pensarlo le hizo voltear la cabeza hacia el horizonte rocoso. Pudo vislumbrar una cabra a lo lejos, que intentaba dar un salto entre malpaíses. Era una cabra guanila, esa raza de cabrascimarronas y libres que existen desde antes de la colonización del archipiélago noroesteafricano. Su cara tornó de unas facciones de sorpresa a una de sonrisa inspiradora. Rayco bajó la cabeza, pensó por un momento, y decidió sentarse en un montículo de riscos que tenía la lado. Tardó varios minutos en acomodarse y dejar de sentir, tanto lo abrupto del terreno como su alta temperatura. En un paisaje desértico volcánico, prosiguió su andadura en escribir y situarse en su cabeza y en el mundo. La cabra guanila, le había inspirado en sentirse otra parte más de ese paisaje y comenzar a vomitar sentimientos y pensares <<¿Por qué me cuesta tanto amar libremente a los demás, y con demás me refiero a mi mismo sexo? Siento que a medida que van pasando más y más los días, los meses y los años, hay algo que me impide más el construir relaciones sanas y libres, relaciones combativas, donde el conocer chicos no equivalga a tener sólo relaciones sexuales sin más proyección en la vida. Y no sólo afianzarse como relaciones de parejas, sino construir vínculos que combatan todos los tipos de dominación, tales como la lucha contra el estado y sus capitalistas y policías, o la lucha antiracista, o contra el patriarcado. Este enfoque holístico siento que falta en muchos de los entornos donde, desde siempre, me he relacionado. Para mí, amar no es levantarse junto a otro chico y mirarnos en la cama y decirnos “qué bien ¿no?”.Amar para mí es destripar esta vida que quieren convertir en una muerte anticipada. Amar, siento que es lo que impulsa nuestras mentes y cuerpos en el combate de esta realidad. El “te amo tanto, desde que aprendí a odiar a nuestros enemigos” o el “Les odio tanto, porque quiero amarte hasta la muerte”. Mirarnos y sentirnos cómplices, que tenemos rumbos y objetivos a los que hacerles frente y desarrollarnos en solidaridad>>

Aquí Rayco hizo una leve pausa, respiró levantando la vista al frente, donde contempló esa aridez del paisaje. Tragó aire y prosiguió:

< <Bueno, amar es un concepto complejo también….Hay muchas formas de amar, como
mundos en este planeta…¿Seré yo? ¿Seré yo el problema de esta incapacidad de construir estas
relaciones? ¿O el mundo y este sistema tan jodido y heteropatriarcal me está desafiando hasta
morir, diciéndome “jódete, te voy a ganar este pulso”? Estoy confundido. Las últimas relaciones
que tuve no salieron como quisimos, pues supongo que por estar siempre alerta con los dogmas y la conformidad, queriendo evitar yo caer en romanticismos y ataduras estropeé lo que podía haber salido de ahí. No lo sé, sólo son cosas que pienso…
¿Estaré construido en un unos patrones, aunque fuera de la norma heterosexual, donde lo que me atrae sea el objetivo a destruir en mi lucha? En otras palabras, odio y combato día a día con una masculinidad opresora y que me da asco en los hombres, pues considero que es una de las bases que hace a este mundo oprimido; pero por otro lado siento que los hombres que más deseo son los más masculinos. ¿La vida es paradójica?, o ¿la paradoja es vital? Aquí me encuentro yo, intentando desenmarañar los tejidos enredados de mi cuerpo y de mi mente. Seguro que algún…>>

De un gesto, el cuaderno voló junto al lápiz a un lugar desconocido, pues la atención de Rayco se concentró en esa cimarrona que pastaba ahora a su lado casi, intentando encontrar algún hierbajo en ese desierto volcánico. Como había permanecido inerte ya no sabía cuánto, la cabra pastaba a su lado, como si de verdad él fuera otra piedra más del camino. Rayco volvió en sí y sonrió observando a lacabra. La guanila era, para ser más concretas, una culeta. Su cuerpo estaba dividido por dos colores, como si la hubieran tirado un cubo de pintura, por delante totalmente negra y justo por detrás blanca, separados los dos colores por una línea inexistente. La culeta alzó la cabeza y miró a Rayco. Movió las mandíbulas como sólo sabe hacerlo una cabra y ahí se le plantó. Hubo un duelo de miradas entre Rayco y la culeta, las dos más tiesas que un garrote. Raico comenzó a pensar:

 “¿Qué le pasa a ésta? ¿Me estará diciendo que me deje de tanta conjetura? Su mirada, aunque indiferente, parece clara, sincera, nítida…”

Un pensamiento le llevó a otro y así sucesivamente. Hasta que llegó a acordarse del cuaderno y
del lápiz. Viró su cabeza de un sopetón en busca de ello y se dio cuenta de que habían acabado en el fondo del pequeño barranco. Era pequeño pero complicado para bajar. Ya tenía decidido el no bajar, cuando volvió a girar la cabeza hacia la cabra y contempló que ya no estaba. Rayco se levantó súbitamente en busca de su compañera en aquel campo volcánico. Miró en todas las direcciones pero no consiguió encontrarla. Tras repetir la búsqueda varias veces desistió y se volvió a plantar donde estaba. Apoyó los codos en sus piernas, sus dos muñecas en su barbilla, juntó las rodillas formando una V invertida, y se quedó divagando unos segundos. Volvió a la realidad cuando, tras mirar más allá del lugar que su amiga había dejado vacío, admiró un gran garrote, con una firmeza y dureza digna de un trabajo artesano. Rayco parpadeó dos veces seguidas. Miró el garrote, miró al barranco, y se dijo “pa’lante”. Se alzó, fue en busca del garrote, la cogió como si de un trofeo se tratase. Pensó en la cabra por un instante y miró al sur, donde el mar se conseguía distinguir entre las montañas de malpaís que votaban casi fuego. Acto seguido recitó:

<<La tierra, los riscos, el mar….
El embate caliente golpea mi cara,
golpea mi piel,
los granos de arena son como pequeñas lijas
que me van limpiando los cachos de piel muerta,
de capas que ya no me sirven,
que me sobran,
que me estorban.

Al igual que el mar moldea los riscos mas imposibles,
la libertad golpea la dureza mas inquebrantable,
la autoridad más firme,
el poder más opresor…>>

Y saltó.

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Testimonios de mujeres detenidas

«Lo único lindo supongo yo que tiene, es poderse levantar y escuchar que los pajaritos nos despierten. Que si para ustedes es posible afuera… no sé… hacer todo lo imposible para que nos den sol, sería lo más bonito que podrían hacer por nosotras».

Testimonios de mujeres detenidas en el patio 10 de la cárcel de Pedregal, en Medellín

DokUMEntal

Colombia. 2013. 4 min.

Breves nociones Geopolíticas de África – entre lo que se entiende por ello, y lo que realmente es-

Para entender África, por lo menos desde las bases antropológicas propias que surgen fuertemente a través de la intelectualidad africanista, en el auge de la descolonización y en adelante, tendríamos que partir de la “idea” que los postulados hegemónicos dan a entender de ella; El proceso eurocéntrico mediante sus distintas formas de colonización, ha colapsado en muchos sentidos las estructuras propias de muchas regiones con respecto a sus formas de entenderse, sentirse y proyectarse ante el mundo.

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POR LA DEFENSA Y LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PROCESOS AUTÓNOMOS

El colectivo la Voz de la Griot estará acompañando el Encuentro de autonomías que se realizará este sábado, en México, D,F. Con el taller Tejedoras del cuerpo y la memoria. 

El taller intenta  promover a través de la elaboración de Quitapesares, un espacio de encuentro donde también  tejeremos recuerdos, vivencias, y experiencias autónomas de mujeres que han resistido ante la violencia y el olvido…. (Duración 2hr, para mujeres, Por  el Colectivo la Voz de la Griot).

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DECLARATORIA DEL COMANDO COLIBRI

  María Teresa Garzón*

Se me ha preguntado qué es el comando colibrí y, tal vez, yo no sea la más adecuada para dar una respuesta. Sin embargo, diré algo sencillo. El comando colibrí es el brazo armado del feminismo latinoamericano decolonial. Pero nuestras armas no son las de fuego, sino las de aire y las de carne. Hace mucho tiempo, el poeta del siglo de oro español Lope de Vega dijo: las palabras de mujer se las lleva el viento. Una idea que le hizo mucho ruido a Sor Juana Inés de la Cruz. Y si esto es así, entonces, tendremos que trabajar con el viento, pero también con las palabras. Así pues, sí, trabajamos con las palabras, con el arte, con la cultura, con el mundo simbólico, con las nubes, con la tierra, con el agua, con el aire. Ahora bien, nuestro trabajo no es algo diferente a inventarnos formas para crear problemas e imaginamos siempre las estrategias más perfectas para meternos en ellos. Y sí que nos hemos metido en problemas. Recuerdo, por dar un ejemplo, la tarde aquella en que le pusimos un tutu color rosa a la estatua del libertador Simón Bolívar, en Bogotá, y la policía nos correteó. También, solemos distribuir manzanas envenenadas entre las princesas. Realmente el veneno no es suficiente como para hacerle daño a un mosco, pero sí para causar una diarrea espantosa. Y es que para nosotras no hay una imagen más poética que la de Blanca Nieves toda cagada. Sí, nuestra política es grosera, porque nuestra rabia no tiene poesía. Entonces, nuestra política, si es que existe tal cosa, es el sabotaje. Y no, no creamos nada original, sólo usamos las palabras que nos son útiles y que vienen de todas partes. A esto se le ha llamado plagio, nosotras lo llamamos: resignificación.

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Relatos Contra La Homofobia

 «EL OLOR DE LA NARANJA AMARGA»

  Este primer relato llamado «EL OLOR DE LA NARANJA AMARGA», nace como parte de una idea de recopilar ciertas experiencias, vivencias y herstorias -personales y politicas-, dónde confluyen diversos prismas y frentes, pero sobretodo dando a la homofobia o a la dominación heterosexual un papel relevante. ¿Cómo es la visión de esta sociedad  y sus relaciones interpersonales desde el prisma de una persona que fue negada desde su formación de niñx por el hecho de manifestar o contradecir ciertos dogmas en torno a las atracciones, deseos y actitudes? ¿Podemos realmente ponernos en la piel de estas personas y sentir qué percepciones y sentires manifiestan lxs disidentes sexuales y del género en la cotidianidad de un mundo de opresiones, márgenes y «mal de ojos»?

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Ngugi wa Thiong’o y el Realismo Mágico Africano

Ngugi analiza la importancia de diversos factores que confluyen en la construcción de la nueva Kenia: El papel de la mujer, el orgullo de tener cultura propia, y el pertenecer a una clase que en el final de la obra nos muestra que aún hay lugar para la lucha y la esperanza.

Esperamos disfruten de este corto relato que de alguna manera queremos les seduzcan a aventurarse en sus obras.

  Parábola del maestro de ceremonias de la asamblea de ladrones

 “… Porque el reino de las artimañas se puede comparar con aquel gobernador que previó que llegaría el día en que sería expulsado de un cierto país por las masas y por la guerrilla en busca de su libertad. Su corazón estaba afligido y trataba de determinar la forma de proteger todas las propiedades que había acumulado en ese país y mantener por otros medios su poder sobre los nativos. Se preguntó: “¿qué hacer, cuando veo que estas gentes de mis señoriós están a punto de expulsarme de las plantaciones y de las fábricas que he cuidado para ellos? Ya no puedo cultivar los campos; ya no puedo trabajar con mis manos. Y si espero a que me echen a punta de pistola del país viviré siempre avergonzado por la falacia de todas esas horripilantes historias que les he contado sobre el invencible poder de los carros blindados y de las bombas y porque siempre he intentado demostrarles que la raza blanca nunca puede ser dominada por la raza negra. Y cuando gane la guerrilla, y se haga con todo el país, nunca seré capaz de recuperar esas plantaciones y esas industrias. Este té, este arroz, este algodón, este café, estas piedras preciosas, estos hoteles, estas tiendas, estas fábricas, estos frutos de su precioso sudor estarán ya perdidos para mí. Pero ya sé lo que de debo hacer para que cuando salga por la puerta grande hacia mi propio país pueda volver aquí por la puerta trasera y ser bien recibido plantando entonces una semilla que enraice más profundamente que las que planté antes”.

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Adentrándonos en la Literatura Africana

 Hablar de la “Literatura Africana” es muy complejo, es un absoluto categórico esencializado cargado de tópicos que niegan muchas realidades étnicas, culturales, sociales y políticas. No pretendemos hacer un análisis exhaustivo sobre la literatura africana, ni lxs aures, ni sobre la negritud o las otredades, sino aprovechar este espacio e invitarles a acercarse, a engolosinarse, antojarse y saborearse con nuevas formas de expresión, realidad, ficción, resistencia, de memoria, de unidad y lucha.

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Sobre la esclavitud moderna: i’ m slave y Anna y las otras

I’ m slave, trata sobre el comercio de esclavos de Londres y la lucha que tiene que librar una mujer para conseguir su libertad.

Este film está inspirado en la historia de supervivencia de la sudanesa Mende Nazer, esclavizada desde sus doce años. Originaria de las Montañas Nuba de Sudán. Mende es secuestrada por asaltantes Muharaleen y vendida como esclava en Jartum, luego es enviada a Londres para trabajar como empleada en una familia de clase alta.

La película nos muestra la verdadera cara de la «trata», la esclavitud moderna.

La esclavitud es todavía existente en diferentes partes del mundo, a pesar de que la demagogia humanista neoliberal las oculte bajo otros términos, o modelos de violencia. Seamos conscientes que la violencia estructural condena a trabajar en la precariedad, por poner ejemplos: las explotaciones de tabaco de Virginia -US- que padecen lxs mismxs descendientes de aquellxs negrxs que supuestamente han sido liberadxs; las maquilas del norte de México que devoran a miles de mujeres subyugadas por el racismo y el feminicidio.

En distintas regiones se establecen subordinaciones por casta, clase, sexo, género o etnia. La mercantilización global del sexo genera un amplio espectro de violencia feminicida, infantil y racial en todo el mundo con sede en todas las capitales ricas. Todas estas formas de «sometimiento moderno» están inmersas en la lógica capitalista. Aun así, lo que esta película nos pretende hacer recordar es que no debemos dejarnos cegar y creer que la esclavitud como tal ya no existe, el hecho de someter violentamente a alguien al suplicio y a la obediencia sin ningún tipo de demagogo aliciente como la remuneración precaria, además de un total control de su vida, nunca fue abolido, nunca fue combatido por el establecimiento, sino que cambio de «sujetxs», formas y mercado.

Podemos caer en la lógica etnicista y afirmar que lxs que de alguna manera están detrás de la esclavitud, tanto la colonial, como la actual son lxs musulmanes. Por ello aclaremos. En el periodo precolonial y esclavista de expansión capitalista del siglo XVII también tuvo gran protagonismo en África el colonialismo arabista, que en la costa occidental, o etnias que asumían «control» sobre otras, como el caso de lxs Igbo que negociaron un intercambio de armas con portugueses e ingleses a cambio de «buenas piezas» Mande’s y Watusis. La «hegemonía» arabista -que no es sinónimo de cultura musulmana- a establecido una asociación directa con este tipo de violencias, es cierto. Pero Occidente, no ha dejado de lucrarse de ella directa o indirectamente, aunque por motivos de reorganización interna hallan necesitado desvincularse de ello. Que el modelo de democracia, derecho, y «paz social» desde el que sostiene el Estado-Nación occidentalista necesite crear un imaginario de «libertades», «humanismo», y soterrada doble moral que cristalice en una autoridad moral y de «desarrollo», por regular su estructura social irreverentes y críticas, no quita que éste sea el promotor  de estas distintas prácticas e incluso beneficiaria de su multimillonaria economía sumergida.

El mercado sexual establecido en los archipiélagos del África Occidental, en los paraísos turísticos de la Papúa -Guinea-, en los distintos lupanares caribeños y latinoamericanos, o el secuestro o mercado de millones de jóvenes en la denominada «trata de blancas» a través de mesoamerica, europa del este, canal de Suez y el estrecho de Gibraltar, tienen como motor económico, capital y demanda occidental. La subordinación a la precariedad agraria, la minería exótica, la demanda energética, el nivel atropellante de consumo, tiene, motor económico, capital y demanda occidental. 

Que «un Tio Tom» sostenga un látigo, no quita que un blanco le ordene. Que la violencia este mas interiorizada en un región, y en ella sea mas visible estas practicas, no quita que aquellxs que la demanden estén exceptxs de responsabilidad y crítica. 

Es por ello que para enriquecer el debate exponemos acá dos grandes testimonios. Por un lado, esta película inspirada en lucha de Mende Nazer, y por otro, el libro de «Anna y las Otras», un experiencia de lucha protagonizada por mujeres que sufrieron la trata y el feminicidio bajo la cortina de humo que ofreció la «Guerra de los Balcanes» y que permitió un libre comercio de mujeres,  además de trafico de órganos y droga bajo la permicidad y protectorado de la OTAN.

 

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Las manos de los negros

Luís Bernardo Honwana

«Ya no sé a propósito de que venía esto, pero el señor profesor dijo un día que las palmas de las manos de los negros son más claras que el resto de su cuerpo porque hace aún pocos siglos sus abuelos andaban con ellas apoyadas en el suelo, como los animales salvajes, sin exponerlas al sol que les iban oscureciendo el resto del cuerpo. Me acordé de eso cuando el señor cura, después de decir en catequesis que nosotros no servíamos absolutamente para nada y que los perros eran mejores que nosotros, volvió a hablar sobre eso de que sus manos son más claras, diciendo que eso era así porque ellos, a escondidas, andaban siempre con las manos juntas, rezando. A mi me pareció algo tan gracioso eso de que las manos de los negros sean más claras, que ahora no hay más que verme, no dejo a nadie que se vaya hasta que no me diga porque ellos tienen las palmas de las manos así, más claras.

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